Los que me conocen saben que, tradicionalmente, por decirlo de un modo pedante, he sostenido una posición filosófica clara en cuanto a los derechos de los animales: negar su existencia si entendemos por tal concepto derechos subjetivos al modo de los reconocidos a los humanos o personas o equiparación plena de unos y otros. Sin embargo, he de reconocer que se trata de una cuestión extremadamente compleja, en la que mantener una posición definida y sólida, inmutable, escapa de mis conocimientos y mi tiempo. Y, sin embargo...
Cabe reconsiderar la postura de uno, o matizarla muy mucho. Lo que ahora postulo, en síntesis, es que los animales merecen protección, deben ser protegidos de las agresiones y maltrato, y debe dárseles un trato (alimentación, alojamiento, higiene, asistencia veterinaria) adecuado. ¿Significa ello que tienen derechos? Conceptualmente no tiene por qué ser así, pero en la práctica equivale a lo mismo. Así que la respuesta es positiva, y daré mis razones y argumentos, que tienen que ver con los animales y, al mismo tiempo con nosotros, empezanado por reconocer un hecho básico y nada problemático:
Mi cambio de postura ideológica tiene que ver con mis experiencias personales o se haya motivado por esas experiencias, lo cual no le resta un ápice de fuerza argumentativa. Tántas veces la luz de la práctica nos lleva a reconsiderar concepciones viciadas o simplemente lugares comunes a los que nos hemos acostumbrado acríticamente. Es sano, mentalmente, dejarnos impulsar por lo que sentimos para revisar lo que pensamos. Me atrevería a decir que, incluso, es un imperativo intelectual. Pero al quid, amigos, los animales deben ser protegidos:
- Por sentido de la responsabilidad. Los consideremos o no cosa ("res", en derecho), nadie obliga a nadie a tener un animal. Nuestros actos nos obligan a ser consecuentes y coherentes. Y al "adoptar" a un animal, asumimos una serie de obligaciones, aunque sea para con nosotros mismos. Libertad y responsabilidad, queridos. Lo primero sin lo segundo es profundamente destructivo. Por trazar un claro paralelismo, para ciertos anarquistas, los hijos son "propiedad" de los padres, y no se sostiene que quepa matar a un hijo.
- No existe derecho natural alguno a maltratar, herir o lastimar, ni a personas ni a animales. Así de clarito, ni siquiera en nuestra tradición jurídica (la occidental, la que viene de Grecia, Roma y el Cristianismo) se equipara a los animales con los objetos inanimados. Son distintas categorías, cosas y semovientes. Y las facultades que podemos ejercer sobre los segundos no incluyen la destrucción, se mire por donde se mire.
- Aunque sean distintos de los humanos, los animales son seres vivos dotados de grados variables de inteligencia, conciencia sentimientos y capacidad de experimentar dolor. Y desarrollan, en muchos casos, ejemplares comportamientos de fidelidad, protección y solidaridad natural, hacia los suyos y hacia los humanos. Esta es una realidad innegable y "material", que nuestros patrones éticos y jurídicos no pueden ignorar y por estricta justicia atributiva, no cabe dar el mismo trato a lo distinto. La realidad se impone y obliga. Ello no significa que los animales sean acreedores de los mismos derechos que los humanos, pero son valiosos (portadores de valor) y lo valioso debe ser protegido.
- El trato cruel con los animales es un comportamiento deplorable, perverso y profundamente peligroso. Me muevo aquí en dos planos: el ético, basado en la sensibilidad moral natural, que repugna de aquel tipo de actos, que rechaza instintivamente la brutalidad gratuita. ¿No seré el primero que habla de los sentimientos morales, verdad? Y la segunda vertiente: por sentido práctico: los individuos sádicos y maltratadores para con los animales son profundamente peligrosos, para todos los que les rodean. Existen estudios más que sólidos que correlacionan el comportamiento violento y profundamente sicótico hacia los animales y hacia los humanos, en una escalada violenta cuasi determinista. En cualquier caso, por sentido de autoconservación, me atrevo a postular que ciertos grados de violencia sádica con los animales obligan a encerrar de por vida a sus autores.
Bueno, muchas gracias por seguirme hasta aquí. Evidentemente, me despido con un nada contenido maullido de satisfacción.
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No quería decirlo pero no puedo evitarlo: TE LO DIJE! JEJE.
ResponderEliminarBuen artículo en forma e insuperable fondo, enhorabuena!
Si no estuviera de acuerdo, qué sería de las gatas como yo, libres y en un tejado de zinc maullando a la luna? El cambio de pensamiento y actitud individual, con fortaleza y valentía, se convertirá en un pensamiento y actitud social.
La gata azul espanzurrada en su tejado de zinc, más tranquila y protegida,con la alarma de securitas direct desactivada.
Jejeje, sabía que me lo recordarías, jajajaja.
ResponderEliminarY sí, no ha sido sencillo reconocer y expresar el cambio, pero ahí está: sentimiento, acción y pensamiento, todo en un uno.
A que bien sienta el viento sobre lomo en un tejado? :)
MIAU
:)
ResponderEliminarMuy bueno gui! Lo podrías mandar a la editorial de algún periódico.... esta entrada y otras que tienes.
Biz!
Muchas gracias!! pero no creo que sea para tanto
ResponderEliminarYa dijo, creo que fue el gran Séneca, que "todos nos equivocamos, pero de sabios es rectificar, y de necios permanecer en el error"...me alegro mucho mucho que seas "sabio", entre otras cosas porque los necios me encabronan mucho, ja, jaaaaa
ResponderEliminarGuau!
:) Y lo peligrosísimos que son los necios atrevidos. Gracias por escribir!!!! aunque cada vez me cuesta más identificar a mis lector@s
ResponderEliminarje, jeee, si casi todos los comentarios escritos hasta ahora llevan un miau y el de los necios lleva un guau....creo que no te será difícil identificarme...
ResponderEliminarAbuelo y "cara de lápiz" te mandan un besazo
Jajajaja, me lo imaginaba, pero me faltaba el puntito.
ResponderEliminarUn beso para ellos y para tí :))
Con relación a la "conversión" de tito Guille de necio a sabio :-), para el que tenga inquietud sobre este tema, os recomiendo "La vida emocional de los animales", de Marc Bekoff, o "Jaulas vacías", de Tom Regan (los hay en v.o. o en castellano), libros que quizá no hagan de momento acérrimos defensores de los derechos de los animales, pero ayudaran a entendernos a los que sí los defendemos :-)
ResponderEliminarBesoooooooo
Me apunto las recomendaciones para buscarlas "por ahí" . Muchas gracias.
ResponderEliminarEspero que mi Nivel de Necedad General baje con el tiempo, jajaja.
Bss