miércoles, 31 de marzo de 2010

CONFESIONES (A)MORALES DE UN LETRADO

Quizá un título excesivo, pero la cuestión lo merece y no deja de tener sus meandros y perplejidades. El busilis es: mucha, demasiada gente, parece asombrarse, si no escandalizarse, de la increíble ceguera moral que (nos) aqueja a los abogados que con cierta asiduidad pastoreamos en el campo del Derecho Penal. La pregunta, que suele hacerse tras unas cuantas copas y a altas horas, es más o menos la siguiente: "¿Cómo puedes defender a esa gente si sabes que es culpable?"

Y, la verdad, es jodidamente difícil contestar a una pregunta-trampa, que presupone muchas cosas: que cierta gente no merece defensa, que el que pregunta tiene claro el concepto de culpabilidad penal, que la Moral ha de coincidir punto por punto con el Derecho, que mi juicio psicológico sobre la sinceridad de mi cliente es inapelable y que la profesión de abogado penalista es hasta cierto punto repugnante. Demasiado para tan poco caletre, con perdón. Pero aún así apuntaré una serie de respuestas provisionales (en forma de diálogo) y una confesión obscena.

Vayamos primero con la obscenidad: cuando el cliente llega por primera vez a mi despacho, y mientras le estoy defendiendo, no me planteo estas cuestiones, ni yo ni la mayor parte de los letrados, y no por razones de profilaxis psicológica, sino por puro instinto vocacional. Claro que me pregunto y le pregunto al cliente si lo ha hecho, más que nada porque la defensa de su asunto debe enfocarse de muy distinto modo en caso afirmativo. Y mi primera y casi única preocupación es: cómo salvo, o minimizo la pena de este tío. Lo que quizá sea visto como inmoralidad yo lo concibo como generosidad, quizá más propia de un mercenario, pero generosidad y entrega, en cualquier caso.

Pero respondamos. Primero, estimado preguntador o preguntadora (aparco la curiosidad estadística de que son las mujeres las que más se preocupan por estos asuntos), supongo que si fueses acusado injustamente de un horible crimen, violar a tu hija de 4 años, pongamos por caso, y todos los indicios apuntasen abrumadoramente que eres culpable, agradecerías que hubiese un abogado lo suficientemente inmoral como para defenderte a capa y espada, aunque no creyese en tu inocencia.

Segundo: cuando defiendes a un ser despreciable, no lo haces contra la víctima, ni contra la Ética o la Moral, sino frente a una cosa un tanto abstrusa llamada ius puniendi estatal. Lo que está en juego no es si el acusado es moralmente culpable, sino si el Estado tiene derecho a ejercitar el derecho a castigar ciertas conductas que él mismo ha definido como prohibidas en un Código Penal, en ciertas circunstancias y a través de un conjunto de mecanismos que se denominan Proceso Penal. Y lo que hago es decirle al Juez o Tribunal que no tiene derecho a castigar a mi cliente, ni más ni menos. Y esto no son abstracciones leguleyas, basta con que te leas el Código Penal y pienses un poquito acerca de la inmoralidad brutal de que se castiguen como delito ciertos actos que no causan daño a nadie (delitos sin víctima) como los de tráfico de drogas.

Y tercero, estimado preguntador o preguntadora: ¿Por qué he de hacerme yo tantas pajas morales y tú ni te planteas la ética en tu trabajo? Vamos, ni te planteas la ética en tu vida cotidiana más allá de un minuto al mes, con suerte. Y a pesar de eso, discuto conmigo mismo y pienso muchísimo en todo esto y sé de muchos abogados que lo hacen, no cuando se enfrentan a un caso, sino después, y de esas reflexiones derivan conductas.

Sé que me dejo muchas armas en el zurrón y que algunos de los que me han planteado esta cuestión no se corresponden con el deformado arquetipo de preguntador que he expuesto (de su sinceridad y moralidad no tengo duda), pero por hoy, baste.

4 comentarios:

  1. Pues no recuerdo si te he hecho alguna vez la pregunta, a altas horas y con alguna copa encima; seguro que sí, pero también te digo que para pinchar.

    Eso es como preguntarle a un médico por qué opera a un anciano, o a un asesino. Su trabajo es curar, no preguntarse si vale la pena, o la persona lo merece. Lástima que los que tienen que hacer estas reflexiones, ni las hacen, ni saben hacerlas y los que no las necesitan, le dan vueltas y sufren por ello.

    ¡No pienses más! ¡Mira la tele! ¡Ahora en alta definición y con más de 30 canales!

    Más oscuro me parece el papel de los abogados en plantilla de "empresas" de dudosa reputación, que se dedican a asesorar sobre como delinquir de la mejor manera posible. ¡Eso sí que es una zona gris!

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  2. Jejeje, es curioso que todo elmundo discuta a los abogados la verdad. Aunque, siendo sincero, algo de mala fama si que nos hemos ganado.

    Si con empresas de dudosa reputación te refieres a la SGAE, jajajaaja

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  3. Pues yo creo que si hemos tratado parcialmente este tema en alguna ocasion, aunque no con el grado de profundidad que aqui se esboza.

    Es un tema interesante, mas todavia en un pais donde todos opinan de todo. Hasta de moralidad...y teniendo en cuenta que esta depende de cada uno, ejem.

    "Ni amos ni exclavos" decias? En una sociedad como en la que nos movemos ese concepto (o adquirlo, o meditar sobre el minimamente) resulta casi una utopia.

    En fin. Mu majo el texot Guille.

    Iñaki

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  4. Pues así debemos ser, hombres libres

    Un saludo

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