miércoles, 22 de septiembre de 2010

UN SEÑOR UN POCO CORTITO

Salió ayer a darse un paseillo en Es la Noche de Cesar, programa por lo general de gran sentido común pero que, sin que sirva de precedente, desbarró de lo lindo. El sujetillo en cuestión era un di-puta-do de medio pelo de UPN que, sabedor de su nadería, se prodigó en sandeces y candorosas gilipolleces de uso común para defender la propuesta que le dará sus 15 minutos de gloria: la prohibición de los anuncios de prostitución en los medios de comunicación escritos, vamos, los anuncios de masajes.

Desplegó para ello una potencia dialéctica sin parangón, a la altura de un caracol borracho, para entendernos. Este señor, de aspecto típicamente putero -véase, gordito, sudoroso, gafitas y meapilas triple AAA- se apoyaba en un informe que defecó en 2007 el feminismo ultraizquierdista y anticatólico, soporíferamente representado en una de esas Comisiones (cuartos al bolsillo) que proliferan entre las di-puta-das de Iphone a cuenta del populacho y que sostenía, agarraos que hay curvas, que el 95 % de la prostitución en España es forzada. Semejante soplapollez puede soltarla el que sólo haya visto un puticlub en las comedietas de enredo de los albóndigas... o un di-puta-do turbocatólico de UPN. Dios los cría y ell@s se juntan.

Pero ahí no acaba la cosa, no. Ante las más que sólidas dudas sobre la legalidad de una medida absurda y liberticida el caracol no tuvo empacho alguno en reconocer (para tonto yo, mamá) que no tenía ni puta idea sobre el particular y que habían encargado un Informe (otro, por San Al Gore, toneladas de papel y árboles caídos,pero qué poco ecológicos son los imbéciles) al Consejo de Estado (que es básicamente una mesa con muchas sillas en las que se sientan amables viejecillos a echar la siesta) para que les dijesen cómo podían hacer para forzar a los díscolos puteros de papel a corregir su indecente proceder. Y que si no ya buscarían alternativas. Eso, pues que me dictaminan que es ilegal, no se preocupen que para eso están las Cortes de mangas, cambiamos la ley y sanseacabó.


Por supuesto, el clon de Jaimito reconocía que su objetivo último era conseguir una sociedad mejor, y más bonita y de colores, le faltó añadir. Ahora sí que le voy a contestar: no, de ninguna manera, bajo ningún concepto tienes el más mínimo derecho a cambiar nuestra sociedad, ni a imponer por la fuerza tus peculiares concepciones morales ni tus distorsionadas percepciones de la realidad, nos somos plastilina maleable, somos sujetos con capacidad de elección ética y autonomía. Que un conservador diga esas estupideces me revienta las entretelas. Payasete, ¿te has leído a Chesterton o a Oakeshott, por poner a los más cercanos y finos conservadores? Me imagino que no, porque en el colmo del esperpento declaraste que habías sido un adicto a la televisión y que veías mucha. Si ya me parecía a mí...

El cortito, también conocido por Carlos Salvador